En los últimos sexenios al llegar los presidentes electos de la República al día de la toma de posesión llevan ya una desventaja mayor. El Congreso con el cual van a gobernar está casi igualmente dividido entre los tres partidos, y por ende la fracción de su propio partido no logra alcanzar la mayoría necesaria para hacer pasar las reformas que se consideran indispensables para el crecimiento del país.

No hay forma de que éstas puedan ser aprobadas cuando la consigna parece ser “nada para Zedillo” y más claramente “nada para Fox” y por supuesto “nada para Calderón”. Lo más seguro es que lo que venga será otra vez un Congreso dividido y otra vez “nada para Peña Nieto, López Obrador o Josefina”.

Por eso, dado el sistema actual, parece neurótico seguir aferrados a esperar los cambios legislativos que no suceden y si llegan a pasar, son versiones en su mayoría muy diluida y sin lograr los efectos esperados.

El Presidente se encuentra en el otro extremo de la ecuación, en el extremo de las palancas del cambio que deberían estar disponibles con que estas han sido reducidas por las falsas salidas a la crisis, por los fusibles que han evitado por generaciones que la situación social y económica llegue a extremos que exijan los cambios. Como el petróleo con sus altos precios, la emigración a U.S.A. y últimamente hasta el fusible falso del crimen organizado que da empleo a miles de personas.

En este escenario que espera al próximo(a) Presidente, la iniciativa de los últimos sexenios de resolver el país enviando iniciativas de reformas al Congreso parece no ser el mejor. Aunque viste mucho y ocupa tiempo, nada positivo ha aportado al progreso del país.

Un diferente enfoque de liderazgo, el liderazgo de lo posible probado en las empresas y países presenta la alternativa de trabajar con lo que hay y diseñar, y lo más importante ejecutar las estrategias para aprovechar los recursos disponibles y hacer avanzar al país.

Estos recursos por otra parte, son inmensos; pero el Presidente debe de desarrollar un liderazgo real hacia adentro del aparato de Gobierno. No al estilo de hacer pequeño al gobierno si no simplemente hacerlo funcionar eficientemente con una visión estratégica de largo plazo y convencer al país que este es un cambio válido.

Los recursos están disponibles en todo el espectro de la economía, entre muchos otros en la operación de las Secretarías, en los recursos del Sector Salud, en el uso óptimo del agua y la energía, en la recolección eficiente de impuestos, en la eficiencia de Pemex, en hacer operar y coordinarse a los cuerpos de seguridad en gastar y hacer gastar eficientemente en la educación.

El camino del crecimiento puede estar basado en la gestión estratégica y el liderazgo de lo posible. Este tipo de crecimiento lo que propone es reconocer que las empresas, las instituciones y los países pueden crecer mejorando un poco todos los días. Se trata de hacer cambios que mejoren la situación y la cultura consistentemente y al agregarse logran grandes resultados.

Para nuestro país esto implica un gran cambio cultural en todos los sectores. De estar sentados esperando a que el Congreso apruebe los grandes cambios ahora se trata que los líderes del gobierno aprendan a gestionar las grandes organizaciones que tienen bajo su responsabilidad, con todo y los sindicatos y los grupos tradicionales del poder enquistados en los mandos medios.

Implica que los nuevos 1500 o 2000 puestos de alto nivel del nuevo Gobierno (Secretarios, Subsecretarios, asesores y directores y subdirectores; ejecutivos de paraestatales y organismos descentralizados entre otros) tengan que liderar y rendir cuentas por los recursos y los objetivos asignados a su puesto.

Implica modernización administrativa que aproveche las mejoras tecnológicas en informática, gestión y liderazgo. Implica convencer a los padres para que participen en la educación de los hijos y no esperen a que los sindicatos cambien sus modelos y prácticas. Implica un liderazgo que acepte la realidad y empieza el trabajo desde adentro y desde lo más arriba en la jerarquía.

Implica el liderazgo de lo posible y la gestión de las organizaciones. Aunque un grupo del Gobierno se siga peleando en la Cámara  y con los monopolios para seguir la diversión, mantener la tradición y ganar noticieros y primeras planas; alguien tiene que empezar a liderar realmente en México. Esta es la tarea de la nueva o nuevo presidente de México.