Decían los generales antiguos que a la ciudad asediada y maltratada le conviene inventar cosas nuevas para defenderse.  Leonardo Da Vinci hacía su negocio vendiendo nuevas armas y nuevas construcciones a las ciudades italianas continuamente en guerra entre ellas, mientras seguía su vocación artística pintando y haciendo investigación científica.

En nuestra época las empresas están asediadas y maltratadas continuamente.  Los competidores se apropian rápidamente de las ideas, los clientes se vuelven más exigentes y las regulaciones gubernamentales se multiplican.  La empresa debe buscar novedades, aceptar las intuiciones e ideas propias y ajenas para convertirlas en innovaciones  generadoras de satisfacción para sus clientes y en fuente de prosperidad para todos.

Las diferentes culturas y países han valorado de diferente manera la novedad.  Una diferencia de gran magnitud la encontramos  entre países como Estados Unidos y China por un lado y parte de Europa y muchos países de Latinoamérica por el otro. Los primeros están constantemente en la búsqueda de novedades y están dispuestos a cambiar y recompensar a quien crea o descubre novedades.  Son culturas que acepta con agrado lo nuevo.  En el otro extremo está parte de  Europa aferrada a prácticas y usos y algunos países de Latinoamérica donde revive la tendencia que quiere no solo no cambiar, sino que quiere regresar a las prácticas del pasado.

México no es un país que se haya distinguido por el gusto por las novedades, más bien, por el contrario, se ha distinguido por su misoneísmo, esto es su miedo a la novedad. Algunos autores describen este fenómeno que sucede en los países  y también en las empresas como el sentimiento de rechazo a las cosas nuevas, a las nuevas prácticas a las nuevas formas de pensar o a los nuevos aparatos o artículos.

Como la novedad provoca sorpresas e implica riesgos, genera fuertes sentimientos que son procesados de manera diferente en cada país o en cada empresa.

Si heredó México el poco gusto por la novedad de España o de los aztecas,  es asunto que ya no tiene relevancia y menos en las empresas actuales.  Los directivos tienen el mandato de crecer rentablemente y esto solo sucede en un ambiente de innovación.

Como me dijo un hombre de negocios muy exitoso, innovar es muy caro, pero no innovar es todavía más caro: se paga con la desaparición de la empresa.

En este ambiente tiene que prosperar el emprendedor y la empresa mexicana.  Dicho sea de paso, España esta cambando bastante en este aspecto en los últimos tiempos.

El proceso de supervivencia y crecimiento de los negocios se basa en valorar y buscar la novedad: se trata de aceptar las sorpresas y la admiración que acompañan a las soluciones de las necesidades de los clientes. En el proceso acepta las fallas necesarias que tienen que suceder hasta lograr una solución real y económica para el mercado

Y no sólo se tiene que cambiar el producto o el servicio.  Tan importante es el producto como el canal por el cual se llega al cliente o la manera como lo ponemos a su disposición.

Solo el líder hace que se pierda el miedo a la novedad.  Si la cultura no es de reto, de descubrimiento y de aventurarse en territorios desconocidos es el líder el que tiene que lograr que su organización tome los riesgos, asuma los costos, perdone los “errores” y se lance en busca de nuevas tecnologías, nuevos productos, nuevos mercados o nuevas organizaciones.

Aunque nuestro país no ha sido muy amigo de novedades, eso está cambiando y muy rápidamente.  La velocidad de adaptación de nuevas tecnologías  no está muy alejada de la velocidad de adopción en otros países.  La diferencia es que no solo se trata de usar y disfrutar la novedad.  También se tiene que trabajar intensamente para inventarla y eso debe ser base del éxito para las empresas.

La empresa tiene que diseñar un proceso muy eficaz de llevar continuamente innovaciones al mercado. Esto trae consigo una disciplina de riesgos  una  cultura de cambio, una sincronización y coordinación interna y el continuo acercamiento al cliente.

La principal fuente de novedades es el cliente.  Continuamente nos dice qué le preocupa, qué le molesta y qué necesita de los productos o servicio o de nuestra empresa.  Si tan solo atendiéramos esas conversaciones con cliente y les diéramos solución tendríamos una inspiración para reinventar el negocio y hacer funcionar estos procesos que llevan las cosas nuevas continuamente al mercado.

Los líderes en las empresas tienen una gran tarea, lograr los resultados hoy pero también los de mañana y esos solo vendrá de seguro, de la insegura y ambigua innovación.