La necesidad esta ahí, se necesitan líderes y cada vez más líderes, en los negocios, en todos los niveles; nuevos empresarios. Los equipos deportivos claman por mejores líderes dentro y fuera de la cancha. A pesar de los cursos, seminarios, libros y blogs, el déficit sigue aumentando. Conforme la economía del país mejora y las empresas aumentan su velocidad de crecimiento requiere de más y mejores líderes en los negocios.

El proceso de formación del líder apunta a un blanco en continuo movimiento, en continuo cambio de dirección, de intensidad y también tiene nuevos medios disponibles para la formación del líder. Cambia la economía, las organizaciones, la tecnología y más importante, cambian las personas. Los cambios generacionales generan nuevos tipos de líderes.

Para ser líder en el sentido de los tratados de liderazgo, la persona tiene que ser una mezcla de Napoleón, Gandhi, Juana de Arco, Shackleton y Steve Jobs; todo en la proporción exacta y en la manifestación oportuna de cada comportamiento de acuerdo al momento y a la situación particular. La tarea parece titánica. La ambición y la visión deben ser tales que el aspirante a líder acepte el reto. Tener conciencia simultáneamente de las demandas de liderazgo expresadas por las 3 propiedades, las 5 prácticas, los 7 hábitos, las 21 leyes y las 48 reglas y vivirlas todas es casi imposible, muchos se contentarían con cumplir unas cuantas.

Un enfoque que ayuda a analizar las dificultades que enfrentan los líderes es considerar las demandas del rol de entrepreneur-emprendedor que coinciden en buena medida con las demandas del rol de líder.

La experiencia de ser emprendedor implica momentos frecuentes de vulnerabilidad (sentirse expuesto, sin protección), duda, miedo, culpa y ansiedad, todo esto en alta intensidad.

La tarea del líder provoca, ya sea en el CEO de una gran corporación o en el emprendedor, que los dos se sienten como en una montaña rusa. En la mañana todo está tranquilo y en paz y en la tarde se instala el modo de desastre, se caen los contratos que estaban por cerrarse y la adrenalina llega a sus extremos de exaltación y luego la depresión. Y estas emociones cambiantes suceden todos los días, a veces varias veces el mismo día.

La vulnerabilidad de sentirse sin red de protección hace que la persona lo piense dos veces antes de decidir si quiere y tiene con que ser líder, si está dispuesto a  forzar sus propios límites.

Ser emprendedor (dentro o fuera de la corporación) o ser líder, involucra muchos momentos difíciles psicológicos y el reconocimiento de que esta experiencia es parte inherente e indispensable de la tarea de ser líder. Sentirse expuesto, vivir la indefinición por largos períodos, soportar la angustia de no saber si la decisión fue la adecuada y sentirse culpable cuando las cosas no salen bien y tratar de vivir en la ambigüedad es parte del trabajo de ser emprendedor y de ser líder.

La otra parte en que coinciden emprendedores y líderes es la falta de referencias y la ausencia de mecanismos de retroinformación. El líder no tiene parámetros cuando se entrega a su tarea, no hay foros ni asideros. Casi todo se aprende de la propia experiencia y hay muy pocos capaces de dar consejos porque a dónde va el verdadero líder y el emprendedor innovador no hay rutas trazadas ni experiencias previas.

El trabajo de emprendedor debe ser totalmente vivido e interiorizado, no se puede hacer la empresa, no se puede  comprar la empresa, se tiene que ser la empresa y debe estar en el espíritu del emprendedor. Igual ocurre con el liderazgo. Está en el líder o no está en ningún lado. No es algo externo que se transmite o se adquiere a voluntad, es la completa asimilación del rol. No hay líderes o emprendedores de medio tiempo o de fin de semana, la tarea ocupa toda la persona, todo el tiempo.

Así se va armando la respuesta a la pregunta ¿por qué no hay más líderes?. Ciertamente no se necesita siempre la total versatilidad, pero llegan ciertos momentos en la vida del proyecto o de la empresa donde se exigen otros atributos y comportamientos que aquellos que domina el líder. El proceso de identificar esos cambios necesarios y tener la voluntad de realizarlos es uno de los momentos de verdad del crecimiento del líder.

El líder está en la disposición de pasar por los malos ratos, sobre lo cual se tiene poco control; pero lo que sí se puede controlar son las reacciones personales ante las subidas y las bajadas vertiginosas. El líder tiene la facultad de mantener el refuerzo continuo de la ambición que marca y define lo que se quiere lograr y genera la energía necesaria para mantener el esfuerzo a pesar del desgaste y del estrés.

Los líderes deben cambiar sus programas mentales maestros (o sus narrativas), reconocer la realidad de que los comportamientos que se explotaron en una etapa de la carrera no solo no son ya los adecuados sino que pueden ser dañinos en la siguiente etapa de liderazgo.

El sólo hecho de enfrentarse con su comportamiento y tratar de cambiarlo produce esfuerzo y ansiedad en la persona. Es el miedo a quedar expuestos e indefensos lo que cierra aún a los más decididos de los ejecutivos y empresarios. La falta de disposición a pasar por los niveles y estados psicológicos para lograr el éxito en la tarea de emprender o liderar y lograr los cambios y la flexibilidad hace que falten siempre líderes.

La nueva psicología del rendimiento máximo además de la psicología tradicional  puede ayudar a las empresas a formar sus líderes y formar a los emprendedores. Este tipo de intervenciones son cosa normal en los equipos deportivos y en los que los atletas de alto rendimiento apenas empiezan en las empresas con los programas de coaching y mentoring.

Si usted se decide a contribuir a disminuir la escasez de líderes se encontrará con que mientras trata de ser el mejor líder o el mejor empresario, de paso se convierte en ser el mejor patrón, el mejor padre, el mejor compañero, el mejor ciudadano, en resumen, en una persona en pleno.