Los resultados del primer debate en Estados Unidos sorprendieron a casi todo el mundo. Nadie esperaba un desempeño como exhibieron los dos contendientes a la presidencia. Por un lado un Romney decidido, claro y muy congruente, con propuestas propias y una estrategia para destruir las ideas que Obama le atribuía en la campaña, mostrando que entiende los problemas y tiene claros los caminos para resolverlos y la voluntad para lograrlo.

Por otro lado, un Obama dudoso, menos seguro que de costumbre y sin un plan claro de ataque o de defensa para el debate.

Falta mucho camino para recorrer  para las elecciones, pero la posición ganada por el aspirante republicano le da un nuevo ánimo a su campaña.

Lo importante desde el punto de vista del liderazgo y su aplicación a los negocios es el proceso de transformación que ha experimentado Romney para llegar al punto de desafiar al presidente de los Estados Unidos y aparecer como una buena opción para el cargo. No se trata de labor de proselitismo, o de estar de acuerdo o no con sus ideas, solamente lo tomamos como  un ejemplo de desarrollo de liderazgo.

Romney, como todos los líderes no se hizo en un día, ni su camino ha sido fácil. Después de perder la candidatura en las pasadas elecciones ante McCain tomó la decisión de revisar qué había pasado en el proceso y se abocó a corregirlo.  Se puso a aprender lo que le había faltado de conocimientos sobre las relaciones internacionales y sobre las zonas de conflicto armado, se puso a escribir un libro, hizo nuevos contactos con políticos y figuras muy influyentes de su partido y se preparó para relanzar su imagen y  tratar de conectar con la gente, una de las áreas especialmente fuertes de Obama.

Los líderes de negocios tienen que enfrentar en determinadas épocas de su carrera la disyuntiva de  seguir adelante y transformarse para la siguiente etapa. La alternativa es  simplemente estacionarse en el puesto, o como empresarios, quedarse en el nivel de ventas o tamaño de la empresa y  acomodarse a esperar a que las cosas mejoren por si solas.

La transformación del líder significa aprender nuevas cosas, cómo hacer estrategias o construir organizaciones más elaboradas para el crecimiento; en otros aspectos la transformación viene de abandonar a los amigos y colegas de siempre con los cuales se está cómodo y buscar  nuevas relaciones de negocio, de otro nivel intelectual que implican desafío al liderazgo alcanzado.

Pero antes que nada, el líder debe aprender a enfrentar la realidad y fríamente evaluar las capacidades y potenciales propios y analizar como los está usando y cuales nuevas habilidades va a necesitar para lograr los objetivos.

La película reciente sobre Margaret Thatcher, la primera ministro de Inglaterra puede dar una idea de por qué pocas personas, ya sea político o líder de negocios, pueden lograr  transitar por un proceso de transformación para convertirse en un auténtico líder.

Cuando decidió ser Primer Ministro sus asesores literalmente la sentaron y le dijeron que para lograrlo tenía que cambiar y le hicieron una lista. Desde su manera de vestir, su peinado, su forma de hablar  para conseguir un tono de mayor autoridad. En todo estuvo de acuerdo menos que le quitaran su eterno collar de perlas. Era un símbolo de sus valores familiares. En eso no estaba dispuesta a transigir. Accedió a los cambios y puso manos a la obra. Los cambios le permitieron convertirse en una política muy popular, ganar las elecciones y gobernar y transformar a Inglaterra por más de 11 años.

De Obama se dice ahora que los debates no son lo suyo, que está muy ocupado atendiendo la campaña y al mismo tiempo gobernando al país  con la economía más grande del mundo. Todo eso puede ser cierto. La realidad parece que simplemente no se preparó para la nueva etapa en que los electores naturalmente esperan más de alguien que tiene experiencia.  Obama no se transformó. Tampoco quiere decir que no lo vaya a hacer. Él también ha tenido la capacidad en otros momentos de reinventarse y lograr los votos necesarios.

Otro aspecto que los líderes de negocios pueden aprender de Romney es que la transformación los lleva  a un nuevo nivel de riesgo y, finalmente, el valor de la persistencia. El líder de negocios está obligado a tomar riesgos y perseverar, confiar en sus ideas, aprender de los demás y conectar con un equipo y con sus clientes y seguir adelante. La transformación es uno de los aspectos clave de la formación  de los líderes, ya sean políticos o de negocios.